Durante el reinado de los Austrias, la Alhambra recibió un buen número de artistas de procedencia diversa, tanto españoles como italianos y flamencos, que introdujeron en la ciudadela y en el panorama artístico granadino las formas renacentistas y posteriormente las novedades del Barroco, logrando que la Alhambra se convirtiese en una destacada empresa artística de la Corona y de los Mendoza como alcaides de la fortaleza, y que su historia, lejos de languidecer al final el periodo nazarí, viviera una etapa de renovado esplendor gracias a la creación de destacadas obras de ornamentación escultórica y pictórica, así como de vidrieras, cerámica, y elementos de carpintería y mobiliario destinados a enjoyar conforme al gusto de la época tanto las casas reales nazaríes como las habitaciones y el palacio de Carlos V.