Los guisantes, las habas, las judías, como leguminosas que son, tienen unas propiedades fabulosas. Cultivarlas supone poder cosechar un alimento fresco y vital, rico en proteínas y en fibra para cuidar la salud, con una diversidad de sabores y texturas para confeccionar múltiples recetas y conservas. Además, los nódulos presentes en sus raíces fijan el nitrógeno del aire y lo transforman en un fertilizante natural que las nutre a la vez que enriquece la tierra. De cada leguminosa existen variedades adaptadas a los diferentes climas, todas ellas fáciles de cultivar si se respeta su calendario de siembra. Sólo nos piden uno o dos binados, y un aporcado... perfectas para un huerto ecológico.