Cada caso histórico descansa en el comportamiento de los hombres unos con otros. Cada conducta humana no sólo estriba en una muchedumbre siempre desconocida de condiciones biológicas y psicológicas, sino además en el efecto perturbador de una coincidencia de circunstancias independientes de estas condiciones determinadas, en suma, del destino que sobreviene al hombre. Es evidente que el historiador no llega a sus conocimientos desenredando lo inextricable ni aprovecha tampoco en su conclusión todos los factores que de hecho han obrado.