Nuestro sistema endocrino es el gran desconocido y el peor tratado, consecuencia lógica de no saber con precisión qué podemos hacer para estimularlo, frenarlo o, simplemente, estabilizarlo. Los especialistas en tan complejo sistema orgánico apenas si consiguen otra cosa que tratar obesidades, no siempre mórbidas, por lo que con el paso de los años terminan siendo más unos expertos en nutrición, que en hormonas. No es su culpa, habida cuenta de que a la mayoría de sus pacientes solamente parece preocuparles sus desproporcionados kilos que le han quitado la belleza corporal. Pero como a lo largo de este libro podremos ver, las glándulas endocrinas son el eje de la salud, cuando no de la vitalidad y la felicidad, pues de ellas depende todo el conjunto orgánico. Hay otros órganos que están hipervalorados en cuestiones de salud, como es el caso del corazón, a los cuales se dedican multitud de atenciones y pruebas, del mismo modo que se dedican millones de euros en investigaciones relacionadas con el cáncer y el colesterol. Nada para el ignorado sistema endocrino. Tampoco intenten encontrar médicos generalistas, acupuntores o naturópatas, que dominen el sistema endocrino, y si decide preguntarles solamente encontrarán respuestas vagas para no parecer a sus ojos unos ignorantes. Así que, y a pesar de que el fluido hormonal es incluso más importante que la propia sangre, nadie parece interesado en mejorar este maravilloso sistema orgánico que nos mantiene, sin apenas notarlo, en plenitud. Para los expertos en medicina natural el problema no está tanto en su ignorancia sobre el sistema endocrino, sino en su creencia de que no existen sustitutos naturales para las hormonas químicas. De ser así, ¿de qué les valdría saber mucho sobre la hipófisis pongamos por caso-, si no disponen de algún producto natural que pueda mejorarla? Afortunadamente, y como a lo largo de este libro describiremos, existen remedios naturales para equilibrar cualquiera de las glándulas endocrinas. Y no uno, sino muchos remedios.