Japón no es una sociedad tan homgénea como se podría pensar antes de visitarla. Diferencias geográficas, étnicas, religiosas y económicas marcan estilos de vida diferentes. El viajero enseguida se deshace del estereotipo de nación hipertecnificada entregada estrictamente al trabajo. Lo tradicional convive con lo moderno de una manera absolutamente armónica.