El roble y los robledales han nutrido y acogido a la tribu humana durante milenios. Por toda Europa. En una suerte de simbiosis cultural, estos árboles fueron venerados como templo y divinidad, sede de concejos, parlamentos y magistraturas; santuario de fiestas, romerías y encuentros que aglutinaban la vida social, religiosa y política de nuestros ancestros. Aquí recogemos una parte de la memoria de este gran país cantábrico, que evoca nuestra raíz profunda, vinculada a aquellos viejos robles históricos y robledales sagrados, que aún parecen albergar, en algunos casos, el mito y la leyenda, fuentes milagrosas, santos y ermitas, ferias y peregrinaciones, rituales paganos y cortejos amorosos Quizá esta memoria nos sirva para recuperar aquellos espacios tradicionales, que forman una parte esencial de nuestra historia e identidad.