A mediados del siglo XVIII empezó a reelaborarse una imagen de los territorios no europeos y de las sociedades que habitaban en ellos. Fue también entonces cuando se configuró claramente el proyecto de «modernidad» y de «progreso» basado en supuestos tales como el desarrollo de una ciencia «objetiva», una moral universal, y una ley regulada por lógicas propias en un contexto colonial del mundo que distinguía entre lo occidental o europeo y el resto de pueblos y culturas. Ese proyecto fue llevado a América por viajeros, científicos, misioneros y exploradores, entre otros, a lo largo de los siglos XIX y XX, y asumido, modificado o rechazado por las sociedades americanas. A través de análisis de caso de diversos actores foráneos y locales en Argentina, Bolivia, Colombia, Ecuador y Perú, y a partir de distintas fuentes que incluyen textos escritos, fotografías, films y objetos de cultura material, en esta obra se problematizan las categorías de estudio, los supuestos teóricos, los ingredientes fundamentales del proyecto «civilizatorio» y su implementación.