Las aguas plácidas, remansadas, vibran ligeramente bajo el aliento de una brisa suave que no se esfuerza en agitar las ramas de los abetos. Estos parecen dispuestos a darse un remojón en ese azul metálico que adquiere tonalidades verdosas según se torna profundo. La estampa es extraordinaria, una de las muchas que aparecen en el libro Las mejores excursiones a los lagos más bellos del Pirineo Oriental recién publicado por la editorial Sua.
Su autora, Ivette Delgado, nos propone una veintena de ascensiones y caminatas de dificultad variada para conocer estas joyas escondidas entre cumbres y picos, encaramadas a las alturas. Se asemejan a pequeños océanos, con sus acantilados rocosos y altivos, carentes de la furia de las olas marinas, eso sí, pero los picos, altos y desafiantes, ponen la nota de grandeza al paisaje. Es un escenario cambiante, refrescante a veces, sumido en nieblas y nubes tenebrosas en ocasiones, tentador y sugerente casi siempre. Los lagos del Pirineo oriental son una invitación al descubrimiento, al sosiego, a la belleza
¿Aceptamos la invitación?