Miguel de Unamuno, uno de los principales poetas del siglo XX, fue inventor de lenguajes especiales: «Dipe-lepe ape Papecope quepe voype ape rompeperpelepe lospe moperrospe». Admiraba la literatura que se transmite en la infancia -canciones de corro, cuentecillos burlescos, relatos orales, chascos- sin la contaminación de los adultos. Y consideraba el lenguaje un juguete en sí mismo: «Una nueva palabra excita nuestra alegría igual que un nuevo bicho», afirmó en Recuerdos de niñez y mocedad.