El problema de la muerte del arte es un falso dilema, propagado y difundido por todos aquellos que no quieren comprender o que están insertos en la retórica de unas teoría acabadas, que han fulminado la reflexión y no se han detenido a pensar la función que éste desarrolla, tanto en su vertiente testimonial, histórica, cultural, como de ideas fruto del ejercicio crítico del pensamiento y de su visión emocional y clarificadora. Sin el arte la humanidad estaría subyugada por la barbarie y el desconocimiento de lo que es y de lo que debería constituirla, se encontraría huérfana del convencimiento - como dijo un autor- de que es el único antídoto viable contra la inexorabilidad de la muerte. Por eso, estos textos no expresan ninguna claudicación, al contrario significan y manifiestan que él es una proyección de lo mejor de nosotros mismos: la creación.