Lo que el artista nos presenta es más perfecto que en su existencia natural; pero no le es propia otra perfección que la suya misma. En este superar del objeto a sí mismo, pero de todos modos sólo sobre la base de lo que en él se halla escondido, reside lo bello. Por lo tanto, lo bello no es una cosa contraria a lo natural; y con razón dice Goethe: “Lo bello es una manifestación de leyes naturales escondidas, las que sin aparición de lo bello, habrían quedado eternamente ocultas”; y también dice: “Cuando la naturaleza comienza a revelarle a uno su secreto manifiesto, siente un deseo irresistible de su intérprete más digno: el arte”