¿Es Cataluña el centro de España y Barcelona su auténtica capital? ¿Es posible interpretar y analizar la historia de la España republicana (1931-1939) sin situar el foco en los vaivenes políticos, sociales y culturales catalanes? La respuesta es simple e inequívoca: no. Por lo menos eso es lo que desprende de un exhaustivo estudio de los informes diplomáticos y de la prensa mundial de aquellos fulgurantes años. De la mirada extranjera sobre España y de cómo esta fue transmitida a los gobiernos y opiniones públicas.
Y es que durante la convulsa década de los años treinta del siglo XX, mientras Europa se enzarzaba en los prolegómenos de la II Guerra Mundial, algunos escenarios periféricos gozaron de un protagonismo inesperado. Porque en Cataluña había dos grandes focos de inestabilidad que podían hacer estallar España: el catalanismo gubernamental potencialmente independentista y el obrerismo anarquista. Porqué la política catalana, más allá de España, era política europea y así se interpretó.