VICTORIA CLARK / MELISSA SCOTT
Por primera vez, sometemos a los peores dictadores del siglo xx a un escrutinio culinario colectivo. ¿Quién hubiera pensado que el vegetariano Adolf Hitler se zampaba pichones rellenos de lengua e hígado? ¿O que a Mussolini lo que más le gustaba eran los ajos crudos? ¿Quién hubiera adivinado que el austero Hastings Banda de Malaui llevaba crujientes gusanos fritos en los bolsillos de los pantalones o que Idi Amin de Uganda -sospechoso de canibalismo- devoraba cuarenta naranjas al día? ¿Es cierto que el comunista Fidel Castro enseñaba a la gente a hacer la langosta a la parrilla y Pol Pot cenaba estofado de cobra?"