La llamaron Dana y creció junto a sus hermanos y hermanas como una más. Nunca la trataron de forma especial y, sin embargo, todos podían ver que era diferente. Sigilosa como un gato, apenas hablaba. Su vida cambió para siempre el día en que el Maestro la llevó con él a la Torre, en pleno Valle de los lobos. Allí le serán de svelados los secretos de la magia más ancestral.