La cultura y el patrimonio de una ciudad son signos distintivos que le otorgan singularidad, definen rasgos de identidad y condicionan su devenir. Algo tan obvio en ocasiones se olvida cuando se realizan intervenciones sobre la arquitectura y la morfología urbana del pasado y hace que perdamos parte importante de las raíces de ciertos lugares. Obras arquitectónicas que fueron proyectadas con un objetivo muy definido, alteraron su sentido tras reformas en las que primó la reorganización espacial. Por ejemplo, el espacio contiguo a la fachada barroca de la catedral de Valencia cambió significativamente tras la apertura de la hoy conocida como plaza de la Reina; y el derribo de la muralla en 1865 transformó completamente la imagen urbana de la ciudad y, con ello, su percepción histórica. El trabajo aquí presentado propone analizar la conformación de las ciudades en sus diferentes etapas como medio de registro, conservación y comprensión.