El final feliz de esta expedición que atravesó el polo Norte manteniéndose en el aire durante setenta horas de vuelo constituye una hazaña, no sólo desde el punto de vista aeronáutico, sino desde el punto de vista de la navegación sin referencias de tierra y la orientación por radio indicador.
La sorprendentemente bien dosificada narración es digna de la mejor ficción pese a tratarse de un relato verídico. Un excelente ejemplo de como la realidad supera a la imaginación.
Pese al éxito de esta expedición aérea y a la buena forma de Amundsen, podemos decir que este viaje fue el principio del fin de la vida del explorador noruego.
El dirigible Norge, diseñado por Nobile en Italia, provocaría los celos de este hasta el punto de poner en tela de juicio los méritos de Amundsen con intención de atraérselos hacia sí. Un año después, Nobile construiría el dirigible Italia para emular la hazaña del explorador noruego.
La expedición acabó en tragedia y Amundsen, olvidando la enemistad iniciada por Nobile, no se lo pensó dos veces para emprender la búsqueda de los náufragos polares.
El hidroavión en el que partió al rescate desapareció en algún lugar del Mar de Barents un día de 1928.