Empecé escribiendo poesÃa y acabé dándome cuenta lo descubrió Federico GarcÃa Lorca que «el teatro es la poesÃa que se levanta del libro y se hace humana». Y yo siempre he hecho caso a Lorca, y le dediqué mi última obra incluida en este libro en la que Federico quiere morir para que «no le manoseen las entrañas y el bulbo raquÃdeo» y una mujer le salva del olvido.
El teatro es también una forma de jugar al ajedrez. Hay que imaginar quién entra y quién sale, quién vive y quién no vive, pero, sobre todo, cuándo cae el telón. Eso es lo más esencial. Hay dramaturgos que todavÃa no lo saben y muchos ya han fallecido, sin poder concluir obras bellÃsimas.
En cuanto termino una obra, me pongo a pensar en el tÃtulo de la siguiente y en cuanto doy con un tÃtulo certero, por ejemplo, Volveremos a morir la acción entera se hace de golpe visible. Hay que escribir una obra de teatro sobre la importancia del tÃtulo, pero no representarla nunca. La mejor que se ha escrito es La comedia sin tÃtulo de Lorca. No pudo concluirla.
Pienso, eso sÃ, seguir escribiendo. Lo advierto para que nadie se llame a engaños. Como dice Fernando Arrabal: «El teatro no es como la vida, el teatro es la vida».