La truficultura es todavía una actividad emergente, pero a la vez una de esas fortalezas que hemos sabido recuperar, y con la que estamos ante la oportunidad de construir una realidad adaptada al presente, ventajosamente preparada para el futuro. Cambio que no va a producirse por la situación de unos sectores tradicionales, sino que va a aparecer como actividad innovadora, creativa y competitiva.