En enero de 2012, comenzó Un sueño: esquiar; que se convirtió en una ilusión: la ilusión de repetir en próximas ocasiones; y finalmente, en una realidad: poder disfrutar con la familia y amigos de este deporte y al mismo tiempo, sentir y compartir tantas sensaciones maravillosas e incluso, a veces, inexplicables.
Este, es un Diario de una nueva aventura que emprendí hace pocos años. En él, explico la experiencia de aprender a esquiar sentada en una silla debido a mi discapacidad física, que me impide hacerlo de pie. Una experiencia que ha ido mucho más allá de superarse día a día. Con el tiempo, y pasando por diferentes etapas, han surgido nuevos retos, nuevas vivencias, nuevas emociones, nuevos sentimientos.
A menudo, el deporte adaptado queda en un segundo plano y hay que hacer entender a la gente que, tengas o no una discapacidad, sigues siendo una persona como cualquier otra, con unos retos por los que luchar, porque es importante luchar por los sueños de cada uno. Los límites, a menudo, se los pone uno mismo y a veces, hay que esforzarse para llegar cada vez más lejos, ser capaz, cada uno, de llegar a su propio máximo.